sábado, 15 de junio de 2024

Pedofilia o paidofilia, ¿Cuál es la forma correcta de decirlo?

Revisando bibliografía en una publicación de reconocida y respetada reputación, se lee la siguiente aseveración:

"La gran alarma social creada ante los casos de especial gravedad ocurridos en los últimos tiempos, ha abierto el debate en la sociedad acerca de qué hay que hacer para que los pedófilos no reincidan como lo hacen y no se conviertan en un peligro para nuestros menores.".
Fuente: PDF: Dialnet

La intención no es calibrar la verdad del aserto, porque pensamos que dicho protocolo informático lo único que ha hecho es poner sobre el tapete de la realidad la alta cifra de individuos que practican la pornografía infantil valiéndose de la red.

Lo que sí es importante resaltar es que cada día se usa más, para dar nombre a la referida conducta, la palabra pedofilia, en lugar de utilizar el término paidofilia, que es el correcto, pues pedofilia, en sentido riguroso, etimológico, no es otra cosa que tener, o profesar, amor por el pedo; es decir, por esas ventosidades intestinales, expelidas por el ano, que groseramente se llaman pedos.

Por su parte, paidofilia --una amalgama lingüística de la palabra griega paidos , que traducimos por niño, y filia , por amor-- es la expresión precisa, exacta, aunque le falte matizar que tal amor es, en todo caso, una atracción sexual, penalmente ilícita, que puede convertir en delincuente a quien lo practica.

"Se considera que paidofilia es un término etimológicamente más correcto que pedofilia, si bien esta segunda forma se usa más. En relación con la atracción hacia los adolescentes, también suele emplearse el término «hebefilia» o «efebofilia».
Fuente: https://es.wikipedia.org/

No ignoramos que en los diccionarios de uso del idioma, suelen aparecer como sinónimos intercambiables pedófilo y paidófilo, pero se trata de un vulgarismo que debe rechazarse, aunque esté recogido en recopilaciones usuales, por ser tan incorrecto como llamar a las naranjas mandarinas, mondarinas ; o decir despropiar por expropiar, cocreta por croqueta, Grabiel por Gabriel, paralís por parálisis, hojadre por hojaldre, etcétera. Por supuesto, sabemos que estas cuestiones pueden ser tachadas de bizantinas y, en un momento de creciente prostitución del lenguaje en los medios de comunicación social, suenan a música celeste, pero, si se emplea mal el idioma en publicaciones académicas que deberían preservarlo a toda costa, apaga y vámonos.



Bibliografía

https://www.diariocordoba.com/

PDF: Dialnet